sábado, 1 de noviembre de 2008

Salu-dando



Esto de que es bueno saludar, parece que me trae algunos problemas, como aquellas veces que no quieres saludar, porque sabes que te van a salir con otro cuento, o con algo mas allá del saludo o del como estay, o un clásico rollo. Pero como bien lo digo, si es bueno saludar, aunque pasen estos desaires.

Me acostumbre a saludar. A ellos trato de siempre saludarlos, son estáticos y siempre están en su lugar, haciendo lo que hacen, así que de ese modo es mucho más fácil. Cada uno tiene su rutina para mostrarme, y yo continúo el rito, que nos hace bien a todos, viéndolo fríamente. Cuando quieres algo, obviamente quieres ir a saludar por que así puedes conseguir algo a través de ese beso y abrazo, con el cual saludo. Y aunque no sea así, sigue siendo bueno saludar. Hay veces que nos les voy a saludar en mucho tiempo, ando divagando en mis pensamientos, que no me da el tiempo para ir a verles, y compartir un saludo. Quizás de esta culpa, viene mi obsesión, de que sea bueno saludar.

Hay otra gente en cambio, que necesito saludar. De hecho es bueno y me hace bien hacerlo, me permite compartir algo, que solo se da en ese hecho, el de ir a ver a alguien, y saludarle, saber como esta, y como le ha ido. Otra gente en cambio, no me genera esa necesidad de saludo, como que los conozco, quizás no tan bien, como lo supongo, pero me queda claro, que saludarlos o no, no afecta en el trascurso de nuestra relación personal. El saludo se vuelve tácito, y la energía se guarda especialmente para el momento del reencuentro, con tal de que sea un saludo efusivo y afectuoso. A diferencia de la gente que necesito saludar, la gente que no saludo tanto se lleva un gran saludo, solo por acumulación del no-saludo.
Por otro lado, hay gente que me hace mal saludarla, pero eso también es necesario. Se vuelve, de algún modo, algo que conecta la ausencia del hecho con el sentido de la necesidad; de tal modo, que es tan potente, su fuerza, su ánimo, su energía, o sea lo que fuere, que necesito ese saludo, para volver a saber que no lo necesito. Es como cuando te da la corriente, no lo recuerdas, hasta que te da de nuevo. Y ahí, por un rato, sabes que hace mal. Pero no tiene nada de malo probarlo, un rato, hasta que se vuelva a olvidar.

Saludar por cortesía, es otra cosa, es como saludar por saludar, es saludar para que las cosas no queden a medio camino, para que en caso de que en algún momento, en que necesites hablar con aquel, al cual sólo saludas, la conversación pueda ir más allá, ya que el saludo está.

En cambio hay otros que es una lata saludar, que por ningún motivo te interesa, porque son muy habladores, mal del cual me estoy contagiado, o porque te caen como patá en la guata de lleno. A veces quisiera tener mutismo selectivo, y que solo mi mirada justifique mi silencio.

Sigo creyendo que es bueno saludar, y no voy a dejar de hacerlo. Así que usted, si lee esto y no me considera un pesado, prepárese para ser saludado.